En estos días estamos asistiendo a una realidad compleja y cambiante que no está dejando a nadie inmutable.
El pasado domingo, leíamos en la prensa:
<Una patrulla de la Policía Local que circulaba a las 8 de la mañana… encontró a la joven llorando en el suelo desconsoladamente y desorientada. Había llegado hasta allí caminando sola tras ser agredida…>
<La chica fue asaltada por un grupo de cinco individuos, que la arrastraron hasta una de las atracciones, y allí la agredieron sexualmente, según informaron fuentes del caso.>
<Los agentes la condujeron al Hospital Clínico…> <donde se confirmó que sufría desgarro vaginal, y que la agresión sexual habría sido consumada.>
http://www.elmundo.es/andalucia/2014/08/17/53f0dfa8e2704e13378b457c.html?cid=SMBOSO25301&s_kw=facebook
Dos días más tarde, la jueza cierra el caso y el concejal de seguridad de Málaga habla de un posible caso de denuncia falsa.
¿Cómo puede ser un cambio tan drástico en tan poco tiempo?
Siempre defenderé el disfrute y el placer como un ejercicio de libertad.
La libertad de las personas implica poder decir cuándo, cómo y con quién. La libertad sólo puede expresarse en un contexto de igualdad y respeto.
Según datos recientes del poder judicial, al año existen 13.000 agresiones sexuales (probadas) en nuestro país. ¡35 al día!, ¡4 de media en la Provincia de Málaga!.
35 mujeres al día que a partir de ése momento quedarán lastimadas, no sólo físicamente, sino también psicológicamente. Si éstas mujeres no realizan un buen proceso psicológico, tomarán miedo a los varones, dejarán de disfrutar del sexo como lo hacían hasta entonces, se sumirán en un intenso sentimiento de culpa y vergüenza, su nivel de ansiedad y miedo crecerá exponencialmente, tendrán problemas en las relaciones de confianza, en el trabajo… Es lo que se llama en psicología un trastorno de estrés postraumático.
Son demasiadas mujeres, y son secuelas suficientemente graves como para hacer un pacto de estado que trabaje sobre la violencia sexual. Sin embargo, en vez de ver unión de los poderes, lo que observamos es confusión y justificación.
¿Cómo es posible? Esto sucede en una sociedad avanzada como lo nuestra, porque aún quedan muchos resquicios de desigualdad entre mujeres y hombres. La normalización de la violencia sexual está a la orden del día.
La libertad implica poder ligar con una persona y no tener que acostarse con ella, decir, quiero que vengas a mi casa pero prefiero no llegar al coito, ponerse un escote y una minifalda y no sentirse intimidada por hombres que piropean con la excusan de que “si en el fondo le gusta”…
Frases que coartan nuestra libertar justifican la presión sexual y limitan la libertad de las mujeres: Son frases del tipo: “es una calentona… viste como una puta, anda tonta, que te va a gustar…”
Todo ello fomenta relaciones sexuales Sin Sentido y Con Violencia.
Si una mujer, después del acto sexual se siente desorientada, llora y tiene un desgarro vaginal, como dicen los periódicos sobre el caso de la supuesta violación en Málaga por parte de 3 varones, no parece que haya sido consentido. Quizás ella, durante la noche fuera agradable y simpática con los clientes, quizás compartiera unos chupitos con los chicos… Pero de lo que estoy segura, es que este final no era lo que ella deseaba.
El consentimiento no consiste en la plena oposición. No es necesario pegar, arañar, gritar hasta que no tengas voz, para demostrar que no quieres. Oponerse consiste en un simple no, en mostrar rigidez corporal, en el rictus de la cara…
No tener en cuenta estos mensajes no es algo inintencionado y neutral, es ejercer violencia contra esa mujer.
Por tanto, considero que en éste caso existen muchas dudas aún, y creo que el caso debería reabrirse para esclarecerlo. Por ello he firmado ésta petición en Change.org y te invito a que tú también lo hagas si lo consideras:
http://www.change.org/p/juzgado-de-instrucci%C3%B3n-no-2-de-m%C3%A1laga-queremos-que-se-reabra-el-caso-de-violaci%C3%B3n-de-la-feria-de-m%C3%A1laga