La sexualidad, una cuestión de ensayo y error para valientes

 

Hoy quería compartir un artículo que se publicó hace un tiempo en el suplemento «mujeres» de la revista el observador, porque creo que os puede interesar:

 

“La sexualidad positiva y saludable es para personas que se atreven a conectar con sus deseos y a probar algo aunque no sea acorde a su educación o género. También para valientes que digan que no a algo que se supone que les debería encantar”, escribe Rocío Carmona Horta, experta en género:

DESDE el principio de los tiempos, la sexualidad ha sido un tema que despierta verdadero interés y sobre el cual, cada poco tiempo se publica una investigación o se edita un artículo que habla sobre “lo que es normal” y “lo que no lo es “en la sexualidad humana.

YA Freud comenzó diciendo que lo normal era que las mujeres sublimaran sus deseos sexuales ya que las mujeres “decentes” no debían tener placer sexual. Y en caso de tenerlo, éste debía conseguirse a través del orgasmo vaginal.

EN los años 60, algunos defendían la idea de que las mujeres eran anorgásmicas por naturaleza, y las que no lo eran, se debía a que tenían alguna alteración endocrina y sus hormonas masculinas estaban en valores más elevados de lo que le correspondía.

MÁS adelante, cuando se comenzó a pensar sobre la posibilidad de que las mujeres también sintieran placer sexual, se las catalogó en dos tipos: las mujeres  frígidas o las putas.

HOY en día, las investigaciones biologicistas se empeñan en  encontrar argumentos que demuestren que los hombres son más activos que las mujeres, o que ellos tienen “necesidades fisiológicas”, mientras que las mujeres, dicen, no las tienen.

LOS libros de texto, muestran la sexualidad con el único fin de la procreación. Y los más modernos hablan de la sexualidad como algo peligroso, de lo que hay que cuidarse, pues se relaciona con ITA (infecciones transmisibles sexualmente) o con embarazos no deseados.

Y por supuesto, siempre, siempre, dando por hecho que lo correcto son las relaciones heterosexuales.

A nivel divulgativo, nos llegan estadísticas que aseguran que la media de relaciones sexuales (refiriéndose únicamente al coito) en España es de “X” veces al año. O que el tamaño medio del pene de los varones españoles es de “Y” centímetros.

HAN pasado los años, e incluso los siglos y el asunto, aunque en forma ha cambiado mucho, en esencia no tanto.

HOY en día, la industria farmacéutica también patologiza a las mujeres, y si éstas no tienen deseo sexual, atribuyen  la causa a un factor biológico y la solución a través de agentes externos que nos quieren vender: un líquido afrodisiaco, una crema tipo “Viagra femenina”, e incluso, en casos “extremos”: un dispositivo eléctrico insertado en la médula espinal. Todo ello de dudosa eficacia.

TODOS estos datos, extraídos de conclusiones “científicas” nos podrían llevan a pensar que las mujeres que no tienen deseo sexual debido a  su naturaleza.

SIN embargo, todas estas informaciones  “olvidan” mostrarnos otra cara de la sexualidad relacionada con el autoconocimiento, el placer, la comunicación…

BAJO mi punto de vista, el problema no es tanto inmutable o patológico como un problema de prisma.

HASTA ahora, todas las conclusiones se han hecho tomando como referencia la sexualidad masculina y falocéntrica y se ha desprestigiado el potencial sexual de las mujeres, sobrevalorando el coito y el pene.

OJO, esto no quiere decir que ahora vayamos a infravalorar el coito. Pero me gustaría poderlo incluir junto a otras muchas prácticas alternativas. Por ejemplo: incluyendo desde el clítoris hasta el último poro del cuerpo.

LAS mujeres tienen castrada la posibilidad de disfrute desde el momento que se le induce a pensar que si desea algo nuevo, es una descastada. Y hacen pensar que toda experiencias no escritas, no normativizadas, no estudiadas estadísticamente… no son normales.

DE éste modo, se censura y se limita la capacidad de placer…

MUCHAS investigadoras y escritoras actuales: Fina Sanz, Anna Freixas, Carmen Valls, Sylvia de Béjar…, entre otras, han planteado un punto de vista que pone el centro de  la diana en el plano mental en vez de en lo genital,.

SON pensadoras que han ampliado su visión. Así, comprenden que el máximo punto de placer está en la mente, y si trabajamos sobre ella, mejoraremos nuestra capacidad de disfrute. Estas mujeres han salido del reduccionismo de un cuerpo fragmentado al pasar a la mirada global e integral del cuerpo.

DE modo que la alternativa a la frigidez no es practicar todas las posturas del Camasutra, ni intentar tener 3 orgasmos en una noche, o uno en los probadores de una tienda en 0,30 segundos.

MÁS bien, la alternativa propuesta pasaría por cortar con todo lo que hemos escuchado hasta ahora y romper moldes.

SE trataría de conocer nuestro cuerpo para aprender a identificar sus zonas de máximo placer. Cambiar el enfoque reducido que sólo tiene en cuenta los genitales y ampliarlo al potencial goce que se puede experimentar en todo el cuerpo.

POR todo esto, digo, que al hablar de sexualidad no podemos hacerlo en términos de “normal-anormal”, sino más bien de una cuestión de ensayo y error para valientes.

LA sexualidad positiva y saludable es para personas que se atreven a conectar con sus deseos y a probar algo aunque no sea acorde a su educación o género. También para valientes que digan que no a algo que se supone que les debería de encantar.

POR eso, si se quiere gozar de una sexualidad saludable, es deseable conectar con  las necesidades y deseos personales, y responsabilizarse de la propia sexualidad. En definitiva, tener una predisposición activa, positiva y creativa.

 

http://www.revistaelobservador.com/index.php/suplementos/mujeres/5359-la-sexualidad-una-cuestion-de-ensayo-y-error-para-valientes.html

¿QUÉ ES LA SALUD? ¿CÓMO FOMENTAR LA SALUD SEXUAL?

 silueta mujer, taller

Si realizáramos una encuesta a la gente de la calle, la mayoría nos dirá que salud es la ausencia de enfermedad.

Sin embargo, si acudimos a la institución de mayor relevancia y referencia en estos temas,la OMS, nos dice que salud no es la ausencia de enfermedad, sino la presencia de bienestar a tres niveles:

– Físico- Social- Psicológico.

Así que si hablamos de salud, sea en el ámbito que sea, deberemos tener en cuenta estas tres dimensiones de las personas.

De modo que si lo que pretendemos en fomentar la salud sexual, en enfoque no deberá ser el de mostrar las posibles consecuencias no deseadas de las relaciones sexuales: es decir, el enfoque no deberá estar centrado en los embarazos no deseados y las ETS.

Para hablar de salud sexual o estilos saludables de sexualidad, nos deberemos enfocar en qué es la sexualidad en positivo. El enfoque principal debe centrarse en lo que queremos alcanzar, en vez de lo que queremos evitar.

Por ello, cuando se realizan talleres de educación sexual, o educación para la salud sexual, como hacemos a través del juego de educación sexual “Sapiensex”, lo hacemos enfocándonos en el fomento de las buenas relaciones sociales, del bienestar psicológico, y de la salud física.

Pero ¿cómo?

Para fomentar las buenas relaciones sociales, hay que enseñar la importancia del otro y de la otra: es decir, enseñar que en el sexo compartido, no estamos a solas, sino en compañía, por tanto, todo lo que implique comunicación, asertividad, negociación, sensibilidad… es básico.

Si queremos tener una buena salud psicológica hay que empezar por tenerse en cuenta: conocerse, reconocerse, valorarse… Una buena autoestima es básica para sentirse a gusto con uno/a mismo/a. Tener en cuenta las propias necesidades, escucharse…

Y para conservar la salud física. Debemos protegernos de posibles enfermedades transmisibles sexualmente, y sólo realizar conductas que nos satisfagan y con las que estemos de acuerdo. También prevenir embarazos no deseados es fundamental.

Rocío Carmona Horta

 

 

¿SE COMETEN DURANTE LA ADOLESCENCIA CONDUCTAS SEXUALES DE RIESGO?

Antes de responder con una afirmación o con una negación, me gustaría que fuerais vosotras y vosotros quienes saquéis vuestras propias conclusiones. Por mi parte, simplemente expondré determinados factores, y os dejaré en el lugar llegar a vuestras propias conclusiones.

Todo el mundo saba que la adolescencia es una etapa de la vida de agitados cambios.

En ésta fase, se pasa de la seguridad de la infancia, donde los y las menores no se cuestionan asuntos profundos, al descubrimiento del “propio juicio”.

Digamos, que durante la adolescencia se descubren puertas que se pueden atravesar, y se desean cruzar.

Estos cambios, que también conllevan crisis no son nada raro, más bien es el modo habitual de ir descubriendo quienes somos verdaderamente. De desarrollar nuestro propio criterio.

El asunto es que estas puertas no se cruzan sin ninguna experiencia a sus espaldas. Y ya sabemos, lo sexualizada que está nuestra sociedad y a la vez, es decir, existe un exceso de información sexual, que se contrapone al gran déficit de formación sexual.

Chicos y chicas llegan a experimentar su sexualidad en la etapa adolescente sabiendo que éste es un tema del que no se habla libremente. De modo, que sus deseos e inquietudes, tenderán a mantenerse en el anonimato y a no reconocerse ante otras personas más experimentadas y maduras que les puedan ayudar. Y sin embargo, creen que ya lo saben todo o casi todo.

Además, en ésta etapa de la vida, existe una fuerte sensación de invulnerabilidad. Piensan que nada les puede pasar, que lo malo sólo le ocurre a las otras personas… De modo que tienden a poner menos atención y/o protección.

Así que nos encontramos con la siguiente ecuación:

Quieren probar
+
Se sienten invulnerables
+
Saben que éste es un tema del que no se habla libremente
=
……………

¿Qué diríais?

Sí, es fácil que cometan conductas de riesgo.

Así que como personas adultas que somos, estaría bien que nos responsabilizáramos de cubrir esas carencias: ya sea a través de libros, juegos como el Sapiensex, charlas… ¡Pero algo hay que hacer!

Yo, por mi parte… os recomiendo jugar a Sapiensex: juego de educación sexual