No me canso de d
ecirlo, año tras año y después de tanto tiempo, me sigo estremeciendo:
- Entre el 20 y el 30% de las mujeres ha vivido abusos sexuales o incesto en su vida.
- Los varones, algo menos, pero también en cifras alarmantes se estima que en torno a un 15% en caso de los varones.
1 de cada 5 víctimas son niñas
Mira a tu alrededor, piensa en 100 mujeres que conoces bien: tu madre, hermana, pareja, tía, vecina, jefa, compañera de trabajo… pues 23 de ellas han vivido abusos sexuales.
¿Te lo podías imaginar?
Lo mismo ocurre con 15 de los varones que conoces, quizás, incluso hayas podido ser tú mismo.
Los abusos sexuales son de las peores cosas que se le pueden hacer a una criatura.
Y lo que es peor, quien abuse de ella o de él, no será una persona ajena a su vida. La mayoría de los abusos los ejercen personas cercanas. En su inmensa mayoría hombres que ya se han ganado la confianza de estas niñas. Hombres que pueden ser sus padres, padrastros, tíos, vecinos, abuelos, entrenador, cura, hijo de los mejores amigos de tus padres….
En éste momento de la vida, donde la confianza en quienes nos rodean y la inocencia son claves de seguridad en la vida, quien te tiene que cuidar, es quien te lastima.
Quien te dice que te quiere y que eres especial, es quien más daño te produce. A esa edad no entienes qué te pasa, pero sí sabes que sufres. No sabes por qué ocurre, pero sí que es malo, querrías gritar y salir corriendo, pero el miedo te paraliza y deja sin voz.
Cómo vas a contarle a tu madre que la persona a la que ella ama y en quien confía es quien te lastima? , ¿Y qué palabras pondrías para explicar algo que ni siquiera tú comprendes?
En ese momento decides callar, por no tener alternativa y ese es el justo momento en que él se hace grande al imponerse la ley del silencio.
El monitor deportivo divertido y protector, la pareja de tu madre que te cuida mientras ella sale a trabajar, ha pasado de ser tu apoyo a ser también tu depredador.
Todo está calculado y estudiado:
Si callas, él estará contento, si teme que hables, amenazará con hacer daño a tu madre, con que te quedarás sola, con que nadie te creerá.
Y por tanto, vuelves a callar y a alimentar la ley del silencio que a él tan bien le viene.
Y entre medias de esa confusión ya no sabes qué creer, te quiere… no te quiere… lo hace por tu bien… te hace sufrir…
Complejas reflexiones para la mente limpia e inocente de cuando eras menor.
Y así pasan los días, uno tras otros, aguantando en el silencio de tu voz lo que tu cuerpo grita a los cuatro vientos
Ya no duermes, ya no comes, ya no ríes…
Te haces pis por las noches,
Tu carácter se ha agriado
Y en casa, nadie lo entiende.
Quizás te refugies en el colegio y tus notas sean excelentes, o tu mente esté tan ansiosa que no sea capaz de presar atención
Esta niña es un desastre, hay que ver qué niño tan rebelde…
Y con estas frases la tela de araña ya está tejida. No tienes escapatoria, piensas que es por tu culpa. Algo sucio y malo debes tener para que esto te pase a ti. Así que te dejas hacer.
Todo esto afecta a tu cuerpo, a tus emociones, a las relaciones con las otras personas, a la confianza en el mundo, a la mirada que tienes de ti.
Y para sobrevivir, aguantas y aguantas mientras pasa el tiempo.
Pero por mucho tiempo que pase, los recuerdos seguirán viniendo a tu mente como el primer día.
Y por más adulto o adulta que te vayas haciendo, la niña o el niño que vivió en ti seguirá llorando, las pesadillas no te abandonan, el dolor menstrual y hormonal te invadirá. Nadie lo entiende.. ¡ni tú misma!
Pero necesitas callar el dolor de esa niña o ese niño que llevas dentro, por eso te acuestas con todos los hombres que te desean, juegas a las máquinas para dormir tu alma, abusas del alcohol para olvidar, te lastimas la piel para poderle poner la tirita que necesita el alma.
Y aunque aparentas ser feliz y beberte la vida, o te escondes detrás del mal carácter, no tienes esperanzas, quieres morir.
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Pero un día gracias a tus fortalezas desarrolladas, tu sensibilidad, tu capacidad artística, tu observación…escuchas una música en el alma, palabras que te ayudan a conectar. Alguien en un taller de crecimiento personal, en un programa de radio te recuerda que eres una persona adulta, que no eres una víctima, sino una superviviente.
Y que con una buena guía puedes sanar las heridas del alma. No hay cirugía para eliminar la cicatriz, pero sí medicina para mi espíritu.
Puedo renacer de mis cenizas, puedo aprender a mirarme con otros ojos, puedes hacer de la necesidad virtud y saber que tú eres la dueña de mi propio vida que tú eres el director de tu destino.
No tengas miedo, rompe el silencio
Recuerda que hay centros especializados en atender a personas que han vivido lo mismo que tú, estos son algunos de ellos:
Y si lo deseas, también puedes confiar en mí, estaré encantada de poderte ayudar en Clínica Arroyo, en Benalmádena.